Ley 32413: una oportunidad para repensar la inclusión financiera desde las cooperativas

- El avance normativo abre la puerta a la inclusión financiera, pero también plantea retos para que las cooperativas conserven autonomía y fortalezcan su vínculo con los socios.
Por: Manuel Pachas, CEO de Reffi.
El Perú acaba de dar un paso importante hacia la inclusión financiera con la aprobación de la Ley 32413, que habilita el uso de billeteras digitales como medio para el pago de sueldos y beneficios laborales. Esta medida, que busca integrar a más personas al sistema financiero formal, puede representar una gran oportunidad, pero también plantea desafíos profundos, especialmente para las cooperativas de ahorro y crédito.
Las cooperativas cumplen un rol clave en la economía popular. Atienden a sectores tradicionalmente desatendidos por la banca tradicional, llegan a zonas rurales y mantienen un enfoque solidario que muchas veces se traduce en relaciones de largo plazo con sus socios. Por eso, cualquier transformación legal o tecnológica que las involucre debe considerar no solo su operatividad, sino también su identidad.
La Ley 32413 permite que trabajadores puedan recibir su sueldo y beneficios laborales en billeteras digitales, siempre y cuando exista un acuerdo entre empleador y trabajador, y que la billetera esté supervisada por la SBS. Esto abre la puerta a nuevas dinámicas de pago, pero también a preguntas legítimas: ¿Qué pasa si las herramientas tecnológicas disponibles no están pensadas para el modelo cooperativo? ¿Se puede hablar de verdadera inclusión si, en el proceso, las cooperativas pierden control sobre la relación con sus socios?
Desde hace años vengo insistiendo en que “cuando una cooperativa utiliza herramientas que no fueron diseñadas para su realidad, pierde más que eficiencia: pierde autonomía, pierde datos y en muchos casos, pierde vínculo con su comunidad”.
La experiencia de los últimos años, especialmente tras la pandemia, nos mostró que la digitalización ya no es opcional. Pero digitalizar sin estrategia puede ser riesgoso. Adoptar soluciones externas, sin control ni trazabilidad, muchas veces lleva a más carga operativa, conciliaciones manuales, y a una desconexión entre los procesos internos y la experiencia de los socios.
La Ley 32413, entonces, no es solo una habilitación legal. Es también una llamada de atención para que el sistema cooperativo reflexione sobre cómo quiere participar en esta nueva etapa del ecosistema financiero. “La tecnología debe adaptarse a las cooperativas. No al revés”, suelo repetir. Porque el verdadero desafío no está en implementar lo nuevo, sino en hacerlo sin sacrificar lo propio.
Esto implica fortalecer las capacidades tecnológicas desde dentro, promover soluciones interoperables pero adaptadas al enfoque solidario, y garantizar que la digitalización no signifique la tercerización de la relación con el socio, sino su fortalecimiento.
Además, hay un punto clave: la lucha contra el crédito informal. El acceso a productos digitales eficientes, como microcréditos trazables y seguros, puede ser una herramienta para enfrentar el “gota a gota” que aún predomina en muchos territorios. “Si una cooperativa puede ofrecer un crédito rápido, formal y con garantías, no solo compite con lo informal: lo supera con propósito”, he señalado en diversos espacios.
Por supuesto, aún faltan reglamentos por parte del Ejecutivo y precisiones de la SBS para implementar esta ley. Pero el momento para prepararse es ahora. Si las cooperativas asumen este reto con inteligencia estratégica, podrían no solo adaptarse, sino liderar un nuevo modelo de inclusión financiera, más justo, más cercano y más coherente con sus principios.
La Ley 32413 ha abierto la puerta. El siguiente paso depende de que cada institución se pregunte no solo cómo digitalizar, sino para qué y desde dónde lo hará.